martes, 1 de septiembre de 2009

EXPEDIENTE 39

Mi mujer y yo tenemos un disgusto de cojones porque nuestro hijo ha vuelto con una antigua novia suya, una falsa pija, alcohólica, bipolar, tonta y violenta. No sé de las cuatro cosas es la peor.

Me hacen reír esos que siempre acusan al hombre de los malostratos. Conozco a muchos hombres que tiemblan cuando su mujer los mira. Tengo un amigo al que su mujer le pegaba cuando salía conmigo. Esperaba a que llegase de madrugada, cuando los niños estaban durmiendo, y le atizaba de lo lindo. Luego mi amigo se excusaba con que no quería pegarle. Llevan trainta años casados.
Yo mismo tuve un lío con una holandesa que estaba para mojar pan, pero cuando llevaba cuatro cuba-libres, empezaba a insultar a todos los tíos que se le cruzaban. Me pasaba las noches pidiendo disculpas hasta que la mandé a tomar por culo. Cuando hice eso, me dio una hostia con el puño cerrado en la oreja que casi pierdo el tímpano. Aquella noche huí. Me estuvo llamado durante casi cuatro meses y me escribía cartas amenazándome de muerte. Se llamaba Helen y tenía unas de las piernas más bonitas que he visto en mi vida, exceptuando las de mi mujer.

La última vez que cene con la novia de mi hijo y otra gente, antes de que se rompieran nuestras relaciones definitivamente, tiró la copa llena de vino a un pintor amigo de mi hijo que estaba sentado en frente de ella. Sólo porque le dijo que estaba bebida, que de hecho lo estaba.
Era un restaurante caro y mi hijo no hizo nada al respecto y encima se cachondeó. Yo salí en defensa del pintor. Resultado: mi hijo se pasó un montón conmigo y yo para no partirle la cara, me largué.

Llegaron a estar seis meses juntos, viviendo en casa de ella, un apartamento de diseño en el centro de la ciudad. Borracheras de dos y tres días, violencia día sí y día no, y el numerito en todos los sitios que iban.
Y la violencia no viene por parte de mi hijo, que es pacifista y está en contra de ella, la violenta es ella que todo lo que tiene de pequeña lo tiene de hija de puta. Cuántas veces hemos visto a nuestro hijo con profundos arañazos y golpes impresionantes en cara y cuerpo.
Una noche le pegó un empujón para defenderse y a la tía tuvieron que ponerle nueve puntos en la cabeza. Al día siguiente no se acordaba de nada. Otro día le dijo a mi hijo que mi mujer, o sea su madre, le había contado que se había ido de fin de semana con nuestro amigo Fernando.
Sí, es verdad que mi mujer se fue un fin de semana, pero tuve que suplicarle para no acompañarla porque íbamos a dormir en casa de su amiga Lourdes, una buena chica pero insoportable. Este viaje la novia de mi hijo lo aprovechó para hacernos daño. Podría estar contando cosas hasta mañana pero no vale la pena.
Lo gracioso es que por las tardes, cuando se le ha pasado el resacón, está encantadora y fresca como una lechuga. Por cierto, la novia de mi hijo nunca sale a la calle sin maquillar y sin arreglar. Nunca, bajo ningún concepto.

Cuando mi hijo se dio cuenta del peligro que corría estando con ella (tardó seis meses aunque yo le dije, al mes de salir con ella, que en cuanto pudiera escapase), le dijo a la tía que quería dejarlo. Entonces empezó el infierno.
Un mediodía mi hijo me llamó para pedirme que fuera a buscarlo inmediatamente. Lo recogí en la plaza de La Tortugas con dos bolsas llenas de ropa y el ordenador. Estaba asustado, y eso que mide 1,85 cm. y tiene una fuerza impresionante. Ella mide 1,60 cm. y no tiene media hostia.

Las siguientes tres semanas fueron terribles, estuve a punto de denunciarla por acoso o lo que fuera, pero por mi hijo no lo hice. Al mes y medio dejó de molestarnos. Y ahora, después de tres meses sin verla, mi hijo se presentó con ella en casa porque se creía que yo estaba haciendo un reportaje. Los dos llevaban un pedo importante.
En casa sólo entró él, y a duras penas me dijo que venía con una tía y que se iba al ático. Yo no puse ninguna pega. La noche siguiente, o sea el domingo, volvió en mejor estado con la misma chica. Al menos es lo que me dijo, y el lunes me encontré con un amigo suyo que me dijo que esa chica que había llevado al ático era su ex novia, la borracha.

Lo único bueno que tiene la novia de mi hijo es que es guapa y atractiva; todos los tíos se la quieren tirar. Es bajita con unas buenas tetas naturales y piernas largas. Tiene un cierto parecido a Pamela Anderson en castaño oscuro.
Su madre es peluquera en una residencia de ancianos, y su padre es alcohólico sin paro, pero cuando uno la conoce, se cree que es una pija auténtica. Viste como una pija y habla como una pija. El papel lo ha estudiado bien estudiado.
Cuando me la presentó mi hijo ella me contó, sin yo preguntarle nada, que su madre tenía una cadena de peluquerías y su padre era un millonario que se pasaba la vida viajando por el mundo. La verdad es que me cayó bien.

Ahora nos enfrentamos de nuevo a una relación tormentosa llena de peligros que no sé cómo acabará. Dentro de la desgracia, es que la echaron del piso por falta de pago y ahora vive con su madre. Sé que se ha puesto a trabajar de comercial, que es lo suyo, y que se medica por su bipolaridad. Esto hasta hoy. Que no quiere decir que esta noche me la puedo encontrar borracha perdida montando el numerito en cualquier bar elegante de pijos.
De nuevo, gracias a la borracha, mi hijo y yo nos limitamos a saludarnos y nada más. Cada noche sale y viene a las tantas, y siempre de malhumor. Por las mañanas duerme hasta las doce y media o una y luego se va a comer al restaurante del que ya he hablado. Está esperando levantar un gran negocio (que no puedo decir que tipo de negocio es) con su amigo Luis.

La mala suerte parece que se ha cebado en mí. No tengo ni 18 euros para sacar los papeles del coche que se han perdido. Cada día mi madre me da de cinco a veinte euros para ir a Mercadona o a El Corte Inglés a comprar alguna cosa de alimentación. Y cada día me suelo quedar uno o dos euros. A is cincuenta y seis años, sin haber ido en mi vida a comprar al mercado, ahora soy un experto. Lamentable, pero es así.

La verdad es que si este blog lo leyeran mis buenas y malas amistades se quedarían de piedra. La existencia de este blog no la sabe nadie, y espero que siga a sí. De lo contrario no podría escribir con la sinceridad que lo hago y perdería muchas amistades. La verdad es que mi médico tenía razón al decirme que me creara un blog para escupir todo lo que llevo dentro. No es que haya cambiado nada en mí, pero al menos tengo una pequeñísima necesidad de escribir esta mierda, que ya es algo.

Posdata: Ayer estuve viendo Expediente 39 de la encantadora Renée Zellweger y me pareció una película muy entretenida con sus sustos correspondientes y su final, dentro de lo que cabe, original.

3 comentarios:

supersalvajuan dijo...

¿Esperar? ¿Aguantar? Mi opinión es que no tengo opinión.

carlota dijo...

La peli , no la he visto ...

Saludos .

Carlota.

Ramón de Mielina dijo...

Gracias por la visita. En cuanto pueda me leo tus entradas!