sábado, 5 de septiembre de 2009

Enemigos públicos

Ayer, viernes, después de desayunar con mi madre, me pasé la mañana tumbado en la cama leyendo La hora del vampiro de Stephen King, libro que me ha apetecido revisar y lo he recuperado de mi biblioteca. Absoluta obra maestra a pesar de muchos críticos de mierda.
A la una y media bajé a casa de mi madre y me comí medio melón, miré las noticias en Tele 5 y subí de nuevo a mi casa para tumbarme en la cama y seguir leyento al genial Stephen King, a pesar de que a muchos críticos de mierda les joda. A las cuatro y media ya estaba sentado en una butaca de la prácticamente sala vacía de la Sala Rívoli viendo a Johnny Depp en Enemigos Públicos.
Una película más de las muchas que hacen los americanos mitificando asesinos en serie. para que las nuevas generaciones puedan copiarlos. La primera hora de guión está bien, la segunda aburre, pero con todo y eso es muy entretenida. Excelente dirección de Michael Mann y de sus actores.
Por la noche, una amiga francesa de nuestro hijo nos invitó a cenar en casa de su madre, que también es francesa, porque ésta quería conocerme (resultó ser una antigua admiradora mía). También estaban invitados un periodista con su mujer y su hijo, un joven pintor amigo de mi hijo, mi hijo y un amigo y el hermano de la amiga de mi hijo. Estos tres últimos ni aparecieron, y nosotros (mi mujer y yo) llegamos tres cuartos de hora tarde porque nos peleamos unas cuantas veces antes de llegar a la casa, ubicada a veinte kilómetros de Palma.
La casa de la madre de mi amiga es de rica, de esas que los pobres sólo la podemos tener en sueños. Piscina grande, jardín grande, dos pastores alemanes traídos de Berlín grandes, decoración totalmente moderna y funcional con grandes ventanales, y tres gatos siameses. En definitiva: impresionante. Basta decir que la cocina era como la mitad de mi piso. Sólo faltaba el servicio, pero se le había dado libre para tener más intimidad.
Hemos cenado en un gran terraza con toldo de lona blanca y rodeados de vegetación, una pasada para el olfato, la vista y el espíritu. Nos rodeaba el silencio ruidoso de la noche de campo. Hemos bebido buen vino, buen whisky y la comida ha sido una auténtica bazofia. Eso sí, la cubertería pa cagarse de bonita y cara. Muy moderna, ella.
Yo, que soy un buen gourmet y un sibarita en lo del comer, no entiendo como se puede cocinar tan mal y presumir de hacerlo bien, no llego a comprenderlo. La mayoría de la gente no tiene paladar. Yo tengo amistades que van a restaurantes carísimos, porque se lo pueden permitir, a deleitarse con manjares divinos, y luego en su casa no distinguen un goulash de comida para perros. No tienen paladar.
La cena la han hecho ellas dos: madre e hija, y es una pena no haber fotografiado el estado en que han dejado la preciosa cocina. Valía la pena ver la guarrería y el desorden que reinaba. Y, en el centro de la mesa de la cocina, de cuatro metros por uno y medio, un puto gato siamés de color marrón, , rodeado de tomates, pepinillos, platos sucios, salsas y quesos franceses, botellas de buen vino francés y de Rioja, durmiendo y pasando de todo. Juro que no miento. Hoy las del servicio habrán blasfemado al ver el estado de la cocina. Aunque debe de estar acostumbrado a semejante desastre.
Yo me considero una persona limpia y, sobre todo cocinando, y cada día me dan más manía la gente sucia. Por eso, suelo comer en casas sólo cuando conozco a la persona que cocina, a no ser que vaya a un restaurante y me sea imposible conocer al cocinero.
Por eso en la cena comí muy poco por el delicado estado de mi estómago; esa es la excusa que normalmente utilizo cuando me da asco lo que veo. Y claro está, que cuando he entrado en la cocina de las francesas, he tenido que disimular mucho y reprimirme para no decirles a las dos guarras.
El primer plato era gazpacho, que no lo he probado. El segundo era una copiña con marisco dentro que no sabía a nada, pero que he tenido que comer. Lo hecho sin manía porque estaba recién salido del horno, que no deja nada que se mueva vivo.. El tercer plato ha sido frío: unos pimientos de piquillo rellenos de marisco. Ni los he probado. Y el cuarto plato ha sido una carne con una pinta horrible acompañada de verduras medio crudas. Sólo sabía a pimienta, sal y especies. Menos mal que no he parado de beber buen vino y después champán, porque de lo contrario hubiera vomitado en la piscina.
Por mucha casa y por mucho dinero que tengas no puedes hacer una cena tan lamentable aunque sea servida en una cubertería de reyes. Madre e hija, muy simpáticas y agradables, pero la cena horrible. Menos mal que mi mujer ha dicho que se tenía que levantar a las siete para ir a trabajar, que si no me tiró a la piscina.
Llegué a mi casa a la una, me desnudé hasta quedar en calzoncillos y me subí al terrado con Paris. Enchufé la manguera y nos bañamos los dos con agua fresca. Después fumé un cigarrillo mirando el parque y pensando lo engañada que vive la mayoría de la gente.

7 comentarios:

Alía Mateu dijo...

Mi madre siempre desconfía de la gente que dice ser buen cocinero, y hace bien. La última paella que me comí fuera de casa, y además de un valenciano, resultó estar bastante seca y algo insípida.

Yo también soy de buen comer, y es una de las pocas cosas que me enorgullece, dado que ahora la gente de mi edad no se sale de los macarrones y los congelados de La sirena.

Encantada de leerte!

Anónimo dijo...

Sí, mejor que tus conocidos no sepan de tu blog ;)

Un saludo.

Paris Quelart Budó dijo...

Yo he estado toda mi vida cara al público y como comprenderás, Neuroscopetrix (¿no sabes escribir tu nombre y apellido?), he conocido un zoológico que te cagas.
Podría escribir una enciclopedia de mamones.
En lo que he escrito en mi blog, queda claro la razón por lo que lo hago.
Este blog se morirá aquí y a tomar por culo.
Pero lo que disfruto yo escribiendo historias de personajes reales, ni te lo imaginas.
Ha sido todo un descubrimiento.

Anónimo dijo...

Paris Quelart, sé escribir mi nombre y apellidos pero no me da la gana de hacerlo en internet y menos en blogger. Si a usted no le parece mal.
Un poco de sentido del humor al leer los comentarios sería una gran inspiración.

Paris Quelart Budó dijo...

El sentido del humor se me acabó hace tiempo, y no te puedo dar más explicaciones por lo del anonimato, ya lo sabes.
Pero te voy a decir una cosa. Estoy entrando en muchos blog y me doy cuenta de que el 90% son basura y no tienen porque ocultar el nombre.
No es tu caso.
De todas formas, si te entretine (al margen que te de asco o pena) lo que escribo, ya me vale.

Anónimo dijo...

Me entretiene. Y de ninguna manera me provoca ni pena ni asco.

Paris Quelart Budó dijo...

A veces, las cosas que entretienen enseñan. No quiero decir que sea mi caso, pero...