viernes, 25 de septiembre de 2009

Johnny Deep

No comprendo cómo no tengo quinientas visitas al día (¡o más!, como diría Benito en Manos a la obra), no lo comprendo. ¿Y sabéis por qué lo digo? No porque crea que soy la leche, ni mucho menos; mi autoestima esta a la altura de mis zapatos. Lo digo porque cada noche me paseo por los blogs que hay por ahí y flipo en colores. De diez que veo, uno es normal tirando a aburrido.
¿Cómo puede la gente escribir semejantes chorradas sin ningún pudor? El anonimato, se me olvidaba. Porque yo también firmo con un seudónimo, pero lo que yo cuento no tiene desperdicio. Nadie escribe lo que yo escribo. Es normal que yo me esconda detrás del nombre Paris Quelart.
Lo dije en mi primer escrito: los blogs son para perdedores, gente sin talento; seguro que habrá un montón de funcionarios/ias y críticos de arte. Seguro que habrá pervertidos, violadores y asesinos o futuros asesinos en serie. Basta con decir que estoy yo, un parásito de la sociedad al que su amigo médico le aconsejó abrir un blog para contar todas sus penas como terapia.
También tengo que decir que hay algún blog de puta madre; los que menos, pero los hay. De verdaderos artistas desconocidos. Me quito el sombrero ante ellos. Y si yo fuera un capitalista, me pondría en contacto con algunos y les haría ofertas estupendas.
No quiero ser derrotista con los blogs, por eso tengo que decir que si encuentro un solo blog bueno en mis visitas, me siento satisfecho. Pero la verdad es que la mayoría de los blogs son una mierda.
Y hablando de otras cosas, estoy jodido: un costipado de cojones y estoy a base de antibióticos. Hasta Paris se ha dado cuenta de que estoy enfermo. Menos mal que no es la gripe A... en principio. Otra cosa, es que mi hermana se ha dignado volver a pisar la casa de mi madre. Lo hizo el jueves y a regañadientes. La verdad es que he sido yo que la he convencido a base de mensajitos por el móvil y llamadas cortas telefónicas. Lo he hecho por mi madre, que sé que estaba dolida.
Y anoche, por querer ser simpático, le dije por la galería que en la nevera de mi madre había ensaladilla rusa y calamares, a lo que ella me respondió: El cabrón de tu perro mea en tu galería y cae a la mía manchándola. Lo hizo una sola vez, me quejé yo, ahora ya no mea ni hace caca en el piso. Eres un mentiroso de mierda, fue lo último que me dijo y desapareció con un portazo.
Mi hermana se morirá odiándome, y yo sé que cuando mi madre fallezca, dejaré de verla. Es triste, pero no hay nada que hacer.
Lo de la meada de Paris en la galería sólo ocurrió una vez que lo hizo cerca del desagüe. Pero ella, como es una persona obsesiva, ahora se cree que el perro mea cada día.
Al mismo tiempo que escribo estoy viendo una película de Johnny Deep que ya he visto pero que no recuerdo el título. De todas formas no es nada del otro mundo.
Me voy a la cama, desheredados.


4 comentarios:

Joaquín dijo...

1)"La soledad del corredor del fondo que nunca llegó a correr bien"
me hace acordar a una película (que nunca ví), en donde un corredor capaz de ganar la carrera decide perderla.

2)Me incluyo en la categoría "Pervertidos".

3)Ahora solo faltan 499.

Anónimo dijo...

Y yo que pensaba que todo te iba mejor y que por eso no aparecías por el blog...

Paris Quelart Budó dijo...

La soledad del corredor de fondo es un libro estupendo, igual que la película inglesa del free-cinema.
Yo añadí "que nunca llegó a correr bien" porque realmente hubiera podido conseguirlo en la vida, pero por mi caracter, por tener el vicio de decir la verdad, por no ser hipócrita, no tengo ni para comer.
Yo nunca he llegado a correr bien, Joaquín, aunque hubiera podido ser de los mejores.

Paris Quelart Budó dijo...

Mi querida, Lucida.
Es dificil que me vaya mejor si no tengo prespectivas. Sigo comiendo de la pensión de mi madre y de cuatro artículos que me publican.