jueves, 26 de noviembre de 2009

Si la cosa funciona

Ayer mi hijo me invitó a comer a un italiano porque después íbamos ir al cine, a ver la última de Woody Allen, Si la cosa funciona. La comida transcurrió con normalidad, siempre intentando no contradecirle para no ponerle nervioso. Me explicó los pormenores de un negocio que tiene entre las manos, que según él, lo hará millonario antes de cumplir los treinta años.Al salir, mientras que caminábamos hacia el cine, empezamos a hablar de mujeres e irremediablemente salió el nombre de la mujer con la que está, la falsa pija, como la llamo yo.
Acabamos peleándonos a grito pelado en plena calle (menos mal que estaba vacía), hasta que me mandó a la mierda y se fue dejándome colgado. Cabreado me fui a mi casa.
Os contaré lo último de la pija falsa con problemas de alcohol y de decir la verdad. Hace dos semanas que mi hijo me dijo que le habían dado la dirección de una empresa relacionada con la salud. Por supuesto que no me lo creí porque sé lo inútil que es la novia de mi hijo, que por no saber, no sabe ni conducir, y por no tener, no tiene ni estudios ni sabe inglés.
Ese día también nos peleamos y me dijo que la gente no tenía tan mala suerte como yo, que era un fracasado. Pero mira por donde, ayer me encontré con un médico que trabaja en la empresa, que según mi hijo, la pija falsa es la directora. Resulta que en la empresa hay director, no diractora, y que nunca ha oído hablar de ella.
Por la noche recibí el siguiente correo. Hay que reconocer que mi hijo tiene mucho talento para escribir. Lo lleva dentro. El siguiente texto es la carta de mi hijo dirigida a mí.



Ante todo, voy a aclararte una cosa: he crecido siendo presa de humillaciones constantes, en un ambiente violento y malsano, de egoísmo y miseria... no sólo por vuestra parte, sino por parte de cuantos me han rodeado. No me han ocurrido demasiadas cosas bonitas, sino al contrario. Y no te confundas, no voy de víctima, porque no lo soy; los hechos, las circunstancias, el odio y la rabia, me han hecho de esta manera. Soy un superviviente, un trepa, si quieres llamarlo así, y no me importa nada de lo que puedan decir de mí. En el fondo, haga lo que haga, la mayor parte gente siempre me hará daño, intencionada o desintencionadamente. Y no hablo sólo de vosotros, mis padres, sino de todos los que se han cruzado conmigo, desde mis compañeros del colegio hasta Álex.
Dios nos cría y nosotros nos amontonamos, porque la manera de ser de uno es inexorable y nuestros actos nos conducirán al final del camino, y todo está escrito, en nuestro cerebro y nuestra sangre, escrito por nuestro carácter e ideas y forma anímica. A Bacon le gustaba ser golpeado hasta la extenuación, y si alguna vez estuvo enamorado de verdad, esa vez fue cuando recuperó la conciencia en el hospital después de que el primer gran amor de su vida lo lanzara contra una vidriera de cristal laminado. Por poco pierde un ojo, ojoque tuvieron que recolocarle los médicos, aunque eso, a sus buen ver, era amor. No comprendo al cien por cien su naturaleza, pero la respeto. Le gustaba sufrir, y ahí estaba el genio de su maravillosa obra. Yo, por suerte o por desgracia, no puedo trabajar si me pegan, si bebo, si me drogo... seguramente porque ni siquiera llegaré nunca a ser como Bacon o sus coetáneos. A mí no me gusta sufrir, y ya estoy harto de hacerlo, pero al parecer ese es el destino que de momento me toca correr, el del sufrimiento y el egoísmo.
A es egoísta, L es egoísta, vosotros sois egoístas... cada uno de vosotrosa su manera, revertiendo la mala leche en diferentes canales que desembocan siempre, irremediablemente, en mí, jodiéndome. Porque aquí, el más jodido detodos, soy yo y nadie más.
Lo único que quiero es salir adelante, y hago lo que creo conveniente para ello. Vuestras opiniones, juicios y demás podéis quedároslos. Pueden hablarte lo mal que quieran de mí, y de A, y a mí pueden hablarte mal de tí y A puede decir por ahí que soy un yonki, y yo me reiré, porque me extraña que siendo tan desgraciado haya tanta gente que vaya por ahí contando cosas de mí. Yo también hablo mal de ellos, y luego les sonrío como ellos me sonríen a mí, con la diferencia de que yo soy más cabrón que todos juntos y me las guardo, y que nunca he negado mis actitudes o vicios.
Nunca, por hipócrita, desleal, pendenciero, egoísta, borracho, fumador o mediocre que sea, llegaré a ser tan mierda como ellos. Esté con A, con Penélope Cruz o follándome por el culo a Zapatero. ¿Realmente es tan importante lo que cuenten los pringados que nos conocen? ¿Nos conocen en los círculos de la Presley? ¿Brad Pitt ha dicho que yo soy un drogadicto? ¿O ha sido Spielberg? ¿Se ha levantado Mozart de su tumba para contarte lo que hago a las siete de la mañana en los peores antros de esta ciudad que tanto detesto? No, ¿verdad? ¿Y sabes por qué? Porque no somos nadie. Nadie. NADIE.
Sigue montándote las películas que quieras, imaginando cosas que no existen, que yo, mientras tanto, levantaré mis sueños, edificándolos como cualquier trepa, en silencio, cuando nadie mira o cree que mira y no ve una mierda. ¿Realmente esperas que me preocupe por lo que, en estado de embriaguez, haya dicho mi pareja de mí, cuando mi padre me ha insultado y humillado incansablemente desde que tengo uso de razón? A veces pareces muy ingenuo. Sí, claro, ahora estarás pensando que el ingenuo soy yo, que no tengo ni puta idea de la vida, que no poseo la inteligencia ni la voluntad necesaria para conseguir nada, pero, ¿no te has parado a pensar que, quizás, lo que tengo es lo que quería? ¿No podría ser que yo estuviese harto o aburrido de ti? ¿De mi vida contigo? ¿De tus gritos y tus neuras y tu frustración? Y ahora no me digas que eres un triunfador, porque no lo eres. Lo siento pero no.
Yo estoy, de alguna forma, orgulloso de ciertas cosas que has hecho y creo en ti para una serie de historias, pero no me trates de imbécil como haces siempre ni te engañes hablando de triunfadores. George Lucas es un triunfador. Almóvodar es un triunfador. Picasso es un triunfador. Tú no. Y no te lo digo para humillarte, ya que no tengo el más mínimo interés en hacerlo.
Deberías pararte a pensar en mis intereses y mis gustos. ¿Conociéndome cómo me conoces, según tú, crees que aguantaría con una tía tanto tiempo si estuviese sufriendo o peor que en casa? Por supuesto que no me casaré con ella, pero, aunque quisiera hacerlo, ¿quién eres tú para impedirlo? Me gusta estar con ella, y la disfruto hasta que me canse o me salga algo mejor, como haré con L, JM, los de Barcelona o tú mismo cuando me hinchéis las pelotas lo suficiente.
Llámame hijo de puta o piensa lo que te venga en gana, pero eso es exactamente lo que haríais todos en mi lugar, porque todos, os guste o no, sois tan humanos como yo. Hoy estoy aquí, pero mañana... ¿quién sabe? Puedo acabar pinchándome, sirviendo copas, haciendo música electrónica, pintando fachadas de casas, haciendo chapas, actuando en la calle o... quién sabe, haciendo cine. Cosas peores se han visto. Mucho peores.
El capullo de Hitler, siendo maricón, tonto y estando medio loco domino medio mundo, y eso sólo con su odio. Yo tengo mucho odio, te guste o no te guste, lo admitas o no, porque el talento, cuando se consume, se permuta en algo horrible, en una monstruosidad con mil braguetas... Y ya estoy cansado de dispersarme, simplemente te pido que pares con tu campaña contra mi efímero mundo del momento...
Ya me cuesta salir adelante siendo como soy y con lo que tengo, y por eso prefiero estar bien y en paz, y, si no pierdo nada y gano algo, por poco que sea, ayudar en medida de lo posible a quien lo merezca. Nunca seré tan cochino y despreciable como los demás, ya lo he dicho, aunque eso no quita que también sea cochino y despreciable. Y no me importa. No. No después de que me hayan insultado y vilipendiado durante años y años durante mi infancia. Como podrás observar, he omitido la violencia física, de la cual pareces haberte olvidado misteriosamente, igual que mi madre, para que no digas...
Debe ser cierto eso que dicen de que la peor violencia es la psíquica, porque me habéis jodido (y hablo en plural, de todos en general, para que no te quejes). Y no me quejo, ni os culpo, ni os deseo mal, pero, eso sí, dejadme hundirme con mi barco o alcanzar mi destino. Y si no deseas que te llame más ni aparezca por tu casa lo comprenderé, pero para.
Date cuenta de que no ganas nada y de que con tus ataques sólo has conseguido alejarte de mí. Tú mismo. Que una persona no pueda beber y tenga ataques de compulsión no es para tanto, yo mismo los padezco a veces, me vuelvo loco de verdad...
No tienes que dormir con ella, ni comer, ni verla, ni nada de nada, así que, porque no te olvidas del tema. Esta batalla la tenías perdida de antemano, como tantas otras en tu vida. No te detienes ni viendo que vas a estrellarte. Bueno, me parece bien que lo hagas, pero deja a los demás en paz. Que los demás se estrellen o metan los huevos en una trituradora. Porque los demás son libres. Yo soy libre.
Y si has de olvidarte de mí diciendo que mal estás, cariño, qué mal estás y qué libros tan chungos te di a leer cuando eras pequeño... bueno, creo que ya es tarde y que, nada, absolutamente nada, cambiará toda la mierda del pasado. Olvidamos lo que queremos recordar y recordamos lo que queríamos olvidar, así somos. Y ya está.
No me interesa tu opinión con respecto a mi vida personal, porque nunca, pase lo que pase, nos entenderemos ni llegaré a hacer lo que tú quieras o planees para mí. La gente que me rodea puede dar asco, pero yo también lo doy, y tú, no lo dudes... Somos seres humanos y eso no lo va a cambiar nadie; el problema es que tú eres la típica persona que escribe las reglas para los demás y las excepciones para ti, así que...
No me importa nada de lo que puedas decirme, porque estoy harto de que me mareen. Haré lo que desee, a mi libre albedrío y caiga quien caiga... Vida hay una, y no la voy a joder preocupándome en ser perfecto para gente a la que no le importa mi bienestar, sino la fachada de bienestar que ellos mismos han ideado para mí.
Ya te lo dicho, preocúpate por ti y, acaso, de mi madre, a la que tú elegiste (a las personas las elige uno guiado por sus sentimientos y su mente, no por lo que otros quieran para él), y olvídate de lo que yo haga o deje de hacer.
Deja de escribir reglas y vive tu vida en paz, que los demás continuaremos ennobleciendo el buen nombre que nos has dado en tuselecto grupo de amistades.
Suerte, y no sigas mareándome porque acabaré desapareciendo de tu vida de verdad y entonces sí que estarás jodido.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Tenderness

Los pocos que siguen esta mierda de blog se acordarán que odio los domingos, pues bien, hoy ha sido uno de los peores domingos de mi vida. El peor sigue siendo uno de mi infancia, cuando yo debía de tener unos seis o siete años. Estábamos en la casa de mi abuela en El Amanecer, que en aquella época era campo, ahora es periferia y está lleno de casitas que valen un cojón. Pero en aquella época (repito) eran cuatro casas rodeadas de grandes extensiones de terreno, como el de mi abuela.
En los primeros veranos de mi vida pasaba algunas semanas de verano en aquella planta baja pintada de blanco, y mi compañera de juegos era mi prima MA, que tenía mi misma edad. No voy a contar aquí lo bien que me lo pasaba con ella. Si no me equivoco, en otro bloque hablo de la casa de El Amanecer, que teníamos como vecino a Giovanni. No lo sé.
Tengo que aclarar que esto que escribo le pego una repasada ortográfica y punto, no me preocupo si la sintaxis es perfecta. Me da igual como esté. Por otra parte, es un rollo tener que cambiar nombres y lugares para no ser descubierto, por eso, y debido a mi memoria selectiva (este blog no me interesa y cuando acabo de escribir algo, en cuanto lo cuelgo lo olvido) seré contradictorio en muchas ocasiones. Si queréis que os diga la verdad, no tengo ni idea de lo que escribí en los primeros bloques. Quizá no me creáis, pero es así. No llevo ningún tipo de control. Vuelvo a aquel terrible domingo de verano.
Debían ser las cuatro o las cinco y caía un sol terrible, como en las películas del Oeste. La casa tenía delante un inmenso campo que se perdía en el horizonte dibujado difusamente por los perfiles de los edificios de la ciudad lejana. ¡Joder, como me ha salido la frase! Podría dar el pego como escritor. Bueno, a lo que iba, porque la historia no es para bromear, al menos yo nunca olvidaré la dramática escena con mi tía gritando como una loca, mi tío dando vueltas sin saber que hacer. Y yo, pequeño e ignorante, mirando boquiabierto la escena.
Una hora antes mi prima M se había ido con la bicicleta con su hermana, MA, mi compañera de juegos estivales, y una moto con un carrito enganchado, conducida por un hijo de la gran puta (que espero que la vida le haya ido de mierda) borracho, adelantó de mala manera a la bicicleta e hizo que mi prima M perdiera el equilibrio, y, en consecuencia MA cayera con tan mala suerte que se diera con la cabeza en la esquina del carrito. Murió en el acto.
Al tipo le pusieron una pequeña multa y punto. Desapareció del mapa y ni se acercó a pedir llorando perdón a mis tíos. Así era la justicia con algunos en los años 60, cuando Paquito (Franco) estaba en el poder. Mi prima sólo tuvo tiempo de hacer la Primera Comunión. Mi tío tardó más de un año en dirigirle la palabra a mi prima M. Le daba la culpa por habérsela llevado a dar una vuelta en la bicicleta.

Nunca olvidaré aquel domingo, pero el de hoy ha sido terrible. Las mismas primas que perdieron a su hermana en el accidente, se han llevado a mi madre a pasar el domingo en una de las muchas casas que tienen repartidas por la isla. He tenido que obligar a mi madre para que fuera. Ha llorado, pataleado, pero al final se ha arreglado y ha consentido en ir.
Con siete euros en el bolsillo y con México haciendo de las suyas (este es el perro más tonto o más cachondo que he conocido en mi vida), he llamado a mi mujer esperando que me dijera que comíamos juntos. Me ha dicho que me acercara a su casa, y eso es lo que he hecho. Allí me he sobrepasado intentando hacer el amor con ella y me ha echado. Creo que llevo tres semanas sin hacer el amor (follar). Ni siquiera me masturbo porque no me apetece. Estoy jodido, si la cosa sigue así un día iré a mear y no me la encontraré. No puedo dar crédito a lo que me está pasando.
No he comido nada y me he chupado El frío modifica la trayectoria de los peces de Pierre Szalowski. El regalo de mi hijo en el día de mi cumpleaños (un día de este puto mes), 57 tacos desperdiciados. Una novela corta sobre la felicidad y el optimismo, lo que yo necesito. Este tipo de lectura no me gusta demasiado, pero no está mal que haya escritores que hablen de la esperanza del ser humano. Recomiendo el libro. Por cierto, mi pobre madre me regaló diez euros con lágrimas en los ojos. No tengo más dinero, lo siento, me dijo, y a mí se me encogió el corazón.
Ahora me he acordado de una cosa que decía mi padre cuando quería ofenderme, que era muy a menudo. En cualquier discusión de las muchas que teníamos, siempre hacía referencia a la edad que tenía en aqul momento y decía, por ejemplo: 25 buenos cerdos hubiéramos criado con el dinero que hemos tirado contigo. Así de divertido era mi padre.
A las cuatro me he ido al cine solo, como en mi juventud. Digo esto porque he estado aproximadamente veinticinco años yendo al cine con mi querido hijo, que sigue con la pija falsa y borracha. El amor que tiene mi hijo hacia el cine es por mí.
He visto Tendermess, el último trabajo de Russell Crowe dirigido por John Polson. Interesante thriller de pasiones profundas en un guión bien trabajado. La película es de cine independiente y poco comercial porque hay que darle al coco, y como las grandes manadas de becerros (personas) prefieren cosas como Grease, lo tiene mal en taquilla. A las seis ya estaba de nuevo en mi despacho que da a las galerías del edificio. Allí, con el fondo de la radio, que me hace sentir un poquito menos solo, me he puesto a seguir escribiendo la gran novela que me sacará de la miseria.
A las nueve he bajado a cenar algo con mi madre y he visto las noticias en Tele 5. Ahora estoy frente al ordenador terminando esta mierda para colgarla en el blog. Acaba de empezar en la tele El truco final, que ya he visto pero que voy a volver a ver. Me gusta el trío de actores: Michael Cain, Christian Bale y Hugh Jackman, dirigidos por Christopher Nolan.

jueves, 19 de noviembre de 2009

2012

Me resisto a seguir escribiendo este blog de mierda. Es evidente, ¿no? Pero José Antonio, mi médico, me dice que si no continuo va a tenerme que dar medicación para la depresión. Ahora tomo cada día dos Lexatils y dos aspirinas, aparte de mis pastillas para la tensión. No sé si servirá de algo, pero quiero convencerme de que sí.
Por otra parte, y para hablar de algo porque no se me ocurre nada, llevo más de un mes comiéndome el coco con una mancha que me ha salido en el pecho (soy obsesivo con las enfermedades y siempre pienso en lo peor) y el viernes pasado me decidí llamar a mi amigo AM, uno de los mejores dermatólogos de este país, y contarle por teléfono mi preocupación. Enseguida me dijo que me pasara por su consulta, y lo le dije que no tenía dinero. Entonces se enfadó conmigo. Me enorgullece tener amigos como AM.
La mancha marrón de mi pecho no es más que mis cincuenta tacos, me dijo AM. Fijaros bien lo depresivo que estoy, que cuando he salido a la calle me he puesto a llorar como un niño. No porque no tuviera cáncer, sino porque aún, quizá, vea a mi hijo colocado (en el buen sentido de la palabra) y feliz. No soy nada original. Lo del hijo es lo que todo hijo de buen vecino desea.
Por cierto vivo más solo que la Una. Mi mujer la veo de uvas a peras; ya ni siquiera hacemos el amor (creo que llevo dos semanas sin hacerlo) y mi hijo ni aparece por casa.

Esta tarde he ido a ver 2012, del mismo director de El día después. Ha sido la historia de siempre, y con unos efectos especiales que te cagas. No puedo creerme que puedan hacer lo que vemos en la pantalla. Es increíble. Ha sido entretenida, pero te deja un mal sabor de boca pensando que puede pasar.
En el cine me he llevado una grata sorpresa al encontrarme con una ex miss con la que tuve un rollo hace muchos años. La he encontrado muy desmejorada, aunque aún conserva cierta belleza de la que tuvo.

Hace unos veinte años nos contrataron a los dos como modelos para una campaña publicitaria de un hotel de Menorca. Allí nos conocimos y nos hicimos amigos. Ella acababa de romper con su novio de toda la vida por problemas que le acarreó el ser miss el año anterior. Estaba muy deprimida. Yo, para no variar, me la intenté ligar, pero sabía que tenía que hacerlo con delicadeza; que ella tuviera la sensación de que yo le hacía un favor al tirármela. Y jamás le hablé mal del novio, al que incluso le tiré algunas flores. Me encontró tan comprensivo que me dejó que la follara.
Era una preciosidad y le encantaba que le diera por detrás, disfrutaba más que por delante. Fue la primera mujer que la penetré por la retaguardia, nunca antes lo había hecho.
Fueron dos días (de la semana que estuvimos) maravillosos. Follábamos a la menor oportunidad. Luego, cuando aterrizamos en Palma, me dijo que quería darse un tiempo y que necesitaba pensar. Tarde unos diez años en volverla a ver.

Yendo con un amigo hacia Paguera, nos paramos a poner gasolina al mismo tiempo que un Rolls Royce impresionante se paraba junto a nosotros. Y su conductora, una rubia cuarentona impresionante, me sonrió dejándome anonadado. Disimuladamente le dije a mi amigo que la rubia explosiva del Rolls me había sonreído. Te habrás equivocado, eso sólo ocurre en las películas, me dijo.
Los dos nos quedamos perplejos hasta que decidí actuar. Salí del coche y me acerqué a ella y, actuando, le dije que no estaba acostumbrado a que una mujer rubia me sonriera. Que las morenas sí me saludan normalmente y me tiraban piropos, pero que las rubias, por no se sabe que razón, no se lanzaban. Algo parecido a esta gilipollez dije.
La mujer me miró y me sonrió con una dentadura de estrella de cine. Luego me dijo que yo seguía como siempre. Al decirme esto me quedé sorprendió porque pensé que me conocía. Pues sí, me conocía, era la miss de Menorca, la que le gustaba por detrás. Nos saludamos, hicimos un par de bromas, le presenté a mi amigo; todo eso mientras llenaban nuestros respectivos coches de gasolina. Le dio tiempo a decirme que estaba casada y tenía dos niños. Luego se marchó.

Aproximadamente dos o tres años más tarde coincidimos en una comida en la finca de un amigo en común, Ella vino acompañada de su flamante marido; un atractivo tío de cincuenta años de esos que parece que siempre llevan traje aunque no lo lleven. Por lo visto se había forrado importando coches de lujo del extranjero. El Rolls se lo había regalado a la ex miss como regalo de su cumpleaños.
Aquel domingo le di por culo a la ex miss en los baños del primer piso mientras que su guapo marido hablaba del mucho dinero que ganaba con su negocio, Tuve que darle una toalla para que la mordiera de los gritos que daba. Luego se sacó del bolso una Visa oro y una papelina. Preparó dos rayas y me ofreció una. La rechacé y se las metió las dos sin pestañear.
Sería difícil calcular lo que bebieron la ex miss y su guapo marido. Basta decir que nuestro amigo les dejó una habitación para que se quedaran a dormir porque no se aguantaban de pie.
Tendrían que pasar diez años más para verla de nuevo. Y ha sido esta tarde y en el cine. Verla sola allí, en el cine, me ha dado mucha pena. Su sonrisa ha perdido aquel brillo de antaño, y sus dientes tienen un cierto tono verde de fumar. Se ha cortado la cabellera rubia y se ha teñido el pelo de negro. Me ha invitado a cenar y le he dicho que no, que tenía un compromiso. Luego me ha dado su número de móvil y me ha dicho que su marido se había suicidado hacia dos años en Berlín, donde vivían sus cuatro hijos. Ahora ella vive sola en un apartamento en el Paseo Marítimo con una ecuatoriana que le limpia y le hace la comida.

Me considero un desgraciado, pero cuando veo a estas personas que formaron parte de mi pasado, es terrible. Me encuentro más mal que antes de verlos, aunque, por increíble que parezca, me siento un hombre con suerte comparándome a ellas. Yo me equivocado en casi todo, pero siempre he conservado mi dignidad intacta, nunca me he vendido. Es lo único que tengo: mi nobleza. Sé que parece ridículo decir estas cosas, pero es la puta verdad. Soy un mierda, pero con dignidad, y puedo seguir caminando por ahí con la cabeza alta y mirando a los ojos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina

Del lunes de la semana pasada al jueves estuve ayudando a un amigo a pintar su nuevo piso y llevar sus muebles. Por lástima y sin pedírselo, me regaló doscientos euros. Terrible, pero que le vamos a hacer.
El viernes se los di a mi madre para la puta fachada. Aún faltan cuatrocientos por pagar. Y ahora resulta que el pintor si no tiene todo el dinero en la cuenta corriente, no empieza. Los demás propietarios están negros y mi hermana, que ha vuelto de sus vacaciones en Mexico, está avergonzada por la situación. ¡Que les den por el culo a todos!
Por la tarde fui al cine a ver La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Película muy entretenida, no tan buena como el libro, pero muy conseguida. La dirección es correcta y los actores estupendos. Por la noche mi madre me tuvo que dar unas friegas en los riñones por el terrible dolor de lumbago que tenía.

Ya no estoy acostumbrado al esfuerzo físico. Si no recuerdo mal, la última vez que trabajé físicamente fue detrás de la barra en el restaurante de un gran amigo mío, al que llamaré Aznavour por su parecido al cantante francés. Y de eso hace más de veinte años. Fue un verano en el que le falló un empleado, y yo, como me iba de juerga noche sí y noche no con él, me quedé con el puesto.
Era un trabajo tranquilo, aunque me partía el día, pero ganaba una pasta y me lo pasaba bien porque veía a mucha gente conocida, con la que casi siempre organizábamos alguna fiesta después de cerrar el restaurante. Mi mujer se había ido a pasar el mes de agosto a Barcelona con sus padres.
Aznavour era un tipo maravilloso, de esos que no te crees que puedan existir. Espléndido hasta el aburrimiento, desprendido hasta la paranoia, cocainómano hasta lo imposible. Todos los días necesitaba de veinte a treinta mil pesetas para la farlopa, porque además de esnifar él, invitaba a todo el mundo a hacerlo. Un pintoresco personaje perfecto para ser el protagonista de una película o una novela.
Cuando cerraba el restaurante se metía el dinero de la caja en el bolsillo (estoy hablando de cien a doscientas mil pesetas) y nos íbamos de juerga subidos en su interminable Mercedes de color negro. Primero lo intentábamos con las amigas, luego con las que conocíamos en la discoteca Victoria del Paseo Marítimo, y acabábamos con las putas caras (yo nunca me he tirado a una; al menos sabiéndolo, porque me parece denigrante), pero a Aznavour y a sus amigos policías nacionales les encantaban.
En ese tiempo descubrí la afición de los polis por las putas caras; las conocen a todas. Había auténticas bellezas, que para colmo, con ellos follaban gratis. En ese tiempo, también cambié la opinión que tenía de los maderos. Al menos del grupo de polis con los que nos juntábamos, que eran cojonudos. Hice unos cuantos amigos que aún me duran, aunque no los veo.
Fue un verano de película: alcohol, mujeres y coca. Día sí y día no llegaba a mi casa a las nueve de la mañana. A la una me venía a recoger con su Mercedes Aznavour (que ya iba como una moto por la coca que se había metido) y me dejaba en el restaurante, que también estaba en el Paseo Marítimo, como la disco Victoria, y se iba a su otro restaurante que tenía en Palma. Entre las cuatro y las cinco me iba a mi casa a dormir hasta las siete que volvía al restaurante y vuelta a empezar. No recuerdo las tías que me follé durante aquel mes. Fue una auténtica pérdida de tiempo.

Mi mujer alargó las vacaciones y volvió en otoño, y yo me fui de friegaplatos al restaurante de Palma. Lo de friega platos era simbólico, la excusa para seguir saliendo por las noches con Aznavour. Me pagaba un buen sueldo y mi mujer se creía la historia. Realmente Aznavour estaba comprando mi compañía porque siempre le había caído bien.
Uno de los problemas personales de Aznavour, es que tenía la necesidad de agradar a todo el mundo, fuera quien fuera y costase lo que costase. Era capaz de conocer a un tío/a en unos de sus restaurantes, y estar invitandolo/la durante una semana entera. Por eso siempre hacían cola para salir con él, y por eso se gastaba cada noche verdaderas fortunas… al menos para mí lo eran.
Al cabo de unos años yo le presenté a la mujer con la que aún está, y poco después discutimos porque yo le hice un comentario, sin malicia, a un amigo suyo (precisamente policía nacional) de que la cocina del restaurante de Palma era una pocilga. No decía ninguna mentira. Por no hablar de lo guarros que eran los dos cocineros que tenía contratados. Sólo diré una cosa: cuando empecé a fregar platos, automáticamente dejé de comer allí dentro. Lo más gracioso es que la clientela del restaurante era de lo mejorcito de Palma. Aún no comprendo por qué nadie se intoxicó en tantos años.
Una noche uno de los cocineros me tocó las pelotas recriminándome que gastaba demasiada lejía con los platos y lo mandé a la mierda. Entonces el mierda cogió un cuchillo y me amenazó. Le pedí perdón, y cuando dejó el cuchillo, le di una paliza. Si no me lo quitan de delante lo mato al muy hijo de puta. Aznavour convenció al cocinero para que no me denunciara a cambio de que me largara. Lo hice encantado..
Aznavour organizó su boda de cojones. Pagó un billete de avión y la estancia en un hotel de cuatro estrellas, a todos los que vivían en Palma, mi mujer y yo incluidos. La boda se celebró en una ciudad de Andalucía. Nosotros nos fuimos porque nos discutimos por lo que ya he contado.

Después de este percance dejé de verlo durante unos cinco o seis años. En ese tiempo se arruinó de tal manera que vivían de los padres de ella. Menos mal que cuando le iban bien las cosas tuvo un momento de cordura y se compró un chalé en una zona turística, que ahora debe valer los sesenta o setenta kilos (pesetas), porque de lo contrario, también se hubieran tenido que ir a vivir con los padres.
Actualmente, sé por un amigo policía que tiene una empresa de pinturas con un empleado. Pintan casas entre los dos. También me ha contado que está intentando vender el chalé para irse a vivir a Andalucía. De uvas a peras lo he llamado para invitarle a algún evento. Me ha dicho que sí pero luego no han aparecido.
Aznavour siempre será amigo mío.