miércoles, 19 de agosto de 2009

LOS PERROS DE LA GUERRA

He creado este blog principalmente porque me aburro y estoy hasta los cojones de casi todo. Las cosas no me pueden ir peor de lo que me van económicamente, de lo contrario no perdería el tiempo escribiendo chorradas para cuatro pringaos como yo. Porque supongo que los blogs serán el paraíso de los frustrados y de los ineptos. Con eso no quiere decir que no haya alguno cojonudo con un carácter de mierda como el mío, máximo responsable de mi fracaso en la vida. No confundir fracasado con perdedor, aunque yo creo que son lo mismo.
Otra de las razones por las que he creado este blog es porque José Antonio, mi médico y amigo, me lo ha aconsejado debido a la depresión de caballo que llevo encima. Hace dos años y medio que la tengo, aunque me niego a medicarme.
Se acabó el preámbulo y vayamos al grano. Y quién sabe, a lo mejor algún productor de cine español lee esto por casualidad y me compra los derechos. Claro que los productores de cine no leen, sólo beben y follan, así les salen las películas, que no va nadie a verlas. Poneros el cinturón.

El próximo mes de noviembre cumplo cincuenta y siete años, he fracasado como hijo, como marido y como padre. No tengo ni oficio ni beneficio, no sé idiomas; ni siquiera tengo fluidez hablando el mallorquín (soy de la puta Mallorca), que es lamentable siendo mallorquín, y no me espera una gran ni una pequeña fortuna para pasar tranquilamente mi vejez.
He cotizado en contadas ocasiones a la Seguridad Social, no tengo ningún tipo de seguro de vida ni de vejez; sólo tengo un seguro médico que cubre a mi mujer, a mi hijo y a mí. O sea, que tengo un futuro bastante incierto, aun que se ve claramente el final del drama.
Por otra parte, tampoco tengo trabajo, vivo prácticamente de mi madre que cobra una jubilación de casi seiscientos euros. Porque hace tres años que Pilar me dejó, después de veintisiete de convivencia, con la excusa de que tenía que cuidar a su padre, y, luego, cuando éste se murió, ya no volvió a casa poniendo otra excusa: tenía que cuidar a Nerón, el puto caniche de su padre.

Como cada mañana México me despierta a las ocho de la mañana. Se me queda mirando fijamente durante unos segundos sin moverse un ápice, y luego, como si supiera que estoy bien despierto, empieza a rascar frenéticamente con las patas mis brazos. Y hasta que me levanto no para de molestar.
Negro como el carbón, con patas y barba blanca, México es un ejemplar bonito y gracioso, aunque me está amargando la existencia porque no deja de hacer caca y pipi por toda la casa. Ya no sé qué hacer con él. El piso huele que alimenta. Me pasó el día fregando con amoniaco. Me ha dicho mi madre que es lo mejor para el olor. El piso nunca había estado tan fregado de las veces que paso el mocho. Tengo que tener todo el día las ventanas abiertas, y es terrible porque el sol de agosto no perdonaba.
Cuando exploto cojo a México del pellejo, lo zarandeo de mala manera, y lo encierro en la galería de quince minutos o media hora o dos horas, según el humor que tengo, que suele ser de puta pena. Alguna vez le atizo con un zapato, otras veces le restrego el morro en el pipí o le hago oler de muy cerca la caca, pero no hay manera, México se acurruca como un feto dentro del vientre de la madre, me mira con ojos de cordero degollado, y no se mueve. Y ya puedo gritarle y decirle que es un perro gilipollas, que no es como el fox que he tenido trece años y que cazaba las moscas al vuelo.
Todas las mañanas a las nueve de la mañana abro las dos cerraduras de la puerta de la casa de mi madre, dos pisos más abajo del mío. Cada vez que meto la primera llave el corazón se me acelera temiendo encontrar a mi madre muerta. Morir del corazón y de repente ya es una tradición en mi familia. Cuatro hermanos de mi madre y su padre murieron por esa causa.
Mi madre, que se llama como una virgen, a sus ochenta y cuatro años es hipertensa, padece de vértigo, tiene artrosis generalizada, reuma y glaucoma. Cada día se toma alrededor de diez pastillas y se pone tres clases de gotas en los ojos dos veces al día.
Por las mañanas y por las noches, cuando puedo (que normalmente siempre puedo), soy yo el que le pongo las gotas para no desperdiciarlas. Cuando lo hace ella hay gotas por todo debido a su mala puntería y poca fuerza en las manos.
Por la mañana, mientras desayunamos mi madre no deja de quejarse de los dolores que tiene. Cada mañana es la misma monserga, hasta pasadas una o dos horas, la mujer no reacciona y empieza a moverse con relativa movilidad.
Mi madre siempre ha tenido mucho cuento con lo de la salud. Es la peor enferma que he conocido. Insoportable. El dolor ya forma parte de su vida. Vive con el dolor porque yo creo que ha llegado a gustarle. Tiene que estar muriéndose para que se tome un antiinflamatorio. Lo máximo un Gelocatil. Es insoportable, repito.
Un médico retrasado mental de la Seguridad Social (cuando me acuerde del nombre lo escribiré) le diagnosticó que acabaría en una silla de ruedas. Pero la profecía doctoral del imbécil no se ha producido.
Según la humedad del día mi madre se ayuda con un taca-taca, que le regaló su nuera, o sea, mi mujer, a la que no puede tragar. Si más o menos está bien va con un bastón de cabeza de perro, que le regaló mi hijo. Y cuando está potable, que eso suele ocurrir cinco o seis días a la semana, anda sin ayuda.
Mi madre ya ha dejado de salir cada día de su casa por lo mal que lo pasa caminando. Cuando lo hace, dos veces a la semana, se queda sin aire y el paseo se convierte en un verdadero suplicio. De las dos salidas semanales y las visitas a los médicos, se encarga mi hermana. Una solterona amargada e insoportable de cuarenta y seis años que vive sola en el 3º del mismo edificio. Una solterona que necesita que le peguen un buen polvo para empezar a vivir de nuevo.
Las relaciones entre mi hermana y yo son nulas. No nos tragamos y prácticamente no nos hablábamos. Hola y adiós y punto. Somos dos polos opuestos. Mi hermana nunca ha pedido nada a mis padres y desde los dieciocho años es autosuficiente, en cambio yo, a mis casi cincuenta y siete, aún dependo de mi madre, que vive de una jubilación que no llega a los seiscientos euros.
Lo que más le jode a mi hermana es que ella vive de alquiler y yo vivo desde hace veintisiete años en un piso de mi madre, justo dos pisos por encima de ella. Quizá sea una de las razones por las que siempre me ha odiado.
Recuerdo que tenía a un imbécil como novio, un genio de los ordenadores, se llamaba Miguel Ángel. Una noche cenando dijo delante de ella, el muy subnormal, que si la violasen echaría a correr, al menos así uno se salvaría. Le dije todo tipo de insultos y me largué. No tuvo cojones de levantarse. Desde aquel día mi hermana cambió conmigo. Tenía diecinueve años.

Este agosto mi situación está tocando fondo. Mis únicos ingresos provienen del periódico con el que colaborador como articulista, pero con las crisis la cosa se ha puesto chunga y me publicaban poco. Publican los mediocres de siempre, amigos del dueño del periódico. Y lo más triste de esto, es que no me llegan ni a la suela de los zapatos.
Los últimos cinco meses he ganado entre 150 y 250 euros al mes, que no me llega ni para pagar el recibo de Mapfre, que sube doscientos y pocos euros. Mi banco lleva cuatro meses devolviéndome los recibos y tengo que ingeniármelas para pagarlos, y eso que conozco a todos los que trabajan en la sucursal de La Caixa. Eso sin contar el recibo de la luz y el agua, porque el teléfono, a nombre de mi hijo, lo han cortado hace seis meses. Mi fijo, de toda la vida, hace cinco años que me lo dieron de baja por falta de pago. Ahora, mi hijo y yo, estamos en Yoigo, gracias a que mi mujer nos ha dado las altas por lástima.
Mi existencia se ha convertido en un drama permanente que no parece tener solución. La verdad es que por primera vez en mi vida estoy acojonado pensando en lo tirado que me voy a encontrar cuando mi madre fallezca, que Dios quiera que tarde muchos años. Mi padre me decía que me iba a ver muy tirado, y yo me reía. ¡Cuánta razón tenía el viejo!

Hoy sólo he salido de casa para pasear al perro, o sea, dos veces, porque al mediodía lo subo al terrado. Por la tarde he visto una película en la tele que hace tiempo no veía: Los perros de la guerra. Entretenida igual que la novela.
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7 comentarios:

arianne dijo...

Me ha gustado tu blog, me gusta mucho tu forma de escribir, directa y amena, ¿te has planteado ganar dinero escribiendo a través de la red?es sólo una sugerencia, si tu blog engancha a la gente puedes empezar a meter publicidad, yo ya ingreso unos 50 euros mensuales, es poco, pero requiere poco esfuerzo y suele ir en aumento. Un saludo

Paris Quelart Budó dijo...

Hola, Arianne.
Me gusta que te guste mi blog, es el primero que hago, como habrás podido comprobar y no tengo práctica.
No sé cómo hacer lo de la publicidad.
Aunque fueran 50 euros al mes me irían bien para mi maltratada economía.
Si me dices cómo se hace, te lo agradeceré, aunque sea en especies.

arianne dijo...

Pues puedes poner los adsense de google, te pagaran por cada click que hagan tus visitas, puedes meter tambien exponsor que te pagan un fijo mensual, no es mucho pero algo es algo. Lo de adsense puede llegar a ser bastante dinero si tu blog tiene muchas visitas, lo primero es darte a conocer como puedas, consigue que te enlacen, publicitate en foros y otros blogs...Y consigue enganchar a la gente a tu vida, lo demás vendrá solo.

Paris Quelart Budó dijo...

Gracias, Asianne.
Me encantaría seguir en contacto contigo.
Nos vemos.

maría dijo...

Hola Paris, también me ha gustado cómo has escrito. Te sugiero que en lugar de adsense (que te exige que te hagas conocido para empezar a ganar algo, etc., etc.) escribas para terceros. hoy en día existen servicios como triond o helium que cuentan con páginas con publicidad donde publican lo que los usuarios envían. eso te ahorra todo el trabajo de conseguir tú el tráfico de lectores y así ganarás más y con menos esfuerzo. pero si no sabes inglés, creo que el único que trabaja en español es triond. suerte.

Paris Quelart Budó dijo...

Gracias, María por la información.
Bonito nombre.
Estuve enamorado muchos años de natalie Wood, que hizo de María en West Side Story.
Besos.

ElChapa dijo...

Que bella Natalie Wood!!